El agua mineralizada y caliente de las “termas” tiene distintos efectos en el cuerpo humano. Algunos especialistas las dividen en tres, biológica, física y química, aunque en realidad todas actúan a su vez.
El baño en aguas termales incrementa la temperatura del cuerpo, acabando con los gérmenes, entre ellos virus, además incrementa la presión hidrostática del cuerpo, por lo que aumenta la circulación sanguínea y la oxigenación. Este incremento en la temperatura contribuye a disolver y eliminar las toxinas del cuerpo.
Al incrementar la oxigenación, el baño en aguas termales mejora la alimentación de los tejidos del cuerpo en general, motivo por el cual incrementa el metabolismo, estimulando al mismo tiempo las secreciones del tracto digestivo y del hígado, contribuyendo así en la digestión. El baño reiterado (especialmente en periodos de 3 a 4 semanas) ayuda a normalizar las funciones de las glándulas endocrinas, así como el funcionamiento en general del sistema nervioso autonómico del cuerpo. También existe una mejora y estímulo del sistema inmune, relajación mental, producción de endorfinas y regulación de las funciones glandulares. Muchos de estos beneficios se deben al consumo del cuerpo de minerales como dioxido de carbono, azufre, calcio y magnesio.
Hay enfermedades de la piel que pueden tener una notable mejoría por baños en aguas termales.